FIL – La producción de leche materna depende de la demanda.
Si os decimos FIL, seguramente no entendáis de que os hablamos, pero al final de este post sabréis que papel juega en la producción y porque es tan importante respetar la demanda en la lactancia materna.
Entenderéis porque limitar o desplazar las tomas en la lactancia materna, y no respetar las crisis de lactancia, pueden afectar a nuestra producción de leche materna y ser la sentencia a nuestra lactancia.
FIL o factor inhibidor de la lactancia
El FIL es una proteína que se encuentra en la leche materna encargada de regular la producción de la lactancia, en base a la demanda. Si el pecho no se vacía, el FIL pasa a la sangre para advertir al cuerpo de que no debe producir prolactina y por tanto no producir leche.
Es importante en la lactancia, porque es el mecanismo que tiene la naturaleza para saber cuánta leche debe fabricar para el bebé.
Pensad que si el bebé no va a tomar lactancia materna por decisión de la madre, o si por desgracia ocurre lo peor, el pecho de una madre no puede estar fabricando leche por siempre jamás. Somos mamíferos y estamos preparados para ser eficientes en la situación que se nos presente y adaptarnos a ella.
Por otro lado, si tenemos un bebé muy necesitado de comida, o varios bebés, el pecho necesita saber que tiene que producir más.
Como funciona el FIL, y porque es importante respetar la demanda en la lactancia materna.
Pues su funcionamiento no puede ser más sencillo y perfecto.
Si el bebé vacía el pecho, la leche sale y junto con ella el FIL; el pecho detecta la falta de presencia de esta proteína, debido a la adecuada demanda en la lactancia, y produce más leche.
Por contra, si el pecho no se vacía, el FIL está presente, pasa a la sangre y le indica al pecho que no necesita fabricar más leche.
Un mecanismo sencillo y perfecto. Poque no nacemos con un reloj incrustado en nuestro organismo, ni nuestro pecho escucha a nuestro cerebro decir “Uy, este niño tiene hambre, voy a fabricar un poquito más de leche”.
En cambio, nacemos con una serie de mecanismos, como son el FIL, con el que nuestro hijo se comunica a través de su actitud, en este caso la demanda, para regular aspectos tan vitales en nuestro desarrollo con son la lactancia o la alimentación.
Es importante dejar al bebé que regule la producción de leche materna.
Si dejamos que el bebé regule la producción de la lactancia, dejándole libre acceso al pecho y ofreciéndoselo cada vez que lo demanda, gracias al FIL tendremos la cantidad necesaria de leche para nuestro bebé.
Si por contra, le negamos algunas tomas, las sustituimos o las desplazamos con otros alimentos y líquidos, estamos interfierendo en la regulación de esa demanda. Y es posible que si hacemos esto de manera muy exagerada y repetida, podemos cargarnos una lactancia materna exitosa, especialmente en los primeros meses.
Si en algún momento escuchais que el pecho se ha de dar en X intervalos de horas y durante tantos minutos, huid. Seguramente quien os de estos consejos poco o nada sepa de lactancia materna, de su funcionamiento y de la necesidad de respetar la demanda… y no haya oído hablar en su vida del FIL.
El poder de la información.
Conociendo esta información, y entendiendo los mecanismos de los que nos ha provisto la naturaleza para nuestra supervivencia, es posible que sobrellevar las crisis de lactancia o las huelgas de hambre se nos haga un poco más llevadero.
No dejarán de ser momentos dificiles, exasperantes y abrumadores, pero sabemos que lo que ocurre es normal y que pasará tarde o temprano.
Por ello, cuando dudes de si tu hijo come poco o pide demasiada teta, busca información en canales fiables, pregunta a tu matrona o tu grupo de lactancia. Valora con información veraz si efectivamente estás ante un problema o es tan solo un momento más en el desarrollo de nuestro bebé
Los bebés son los que mejor saben lo que necesitan.
Si nos analizamos como adultos, a nivel de sociedad, entenderemos de donde vienen en parte muchos de nuestros problemas de alimentación: de un mismo concepto erróneo.
Ya desde la cuna, nos empeñamos en negar a nuestros hijos su autorregulación y les decimos nosotros cuando y cuánto deben comer (entre otras cosas).
“El pecho cada tres horas, no puede tener hambre si acaba de comer, acábate el plato, le voy a dar más cereales para que duerma y una cucharadita más.”
Y así un sinfín más…
Si en vez de hacer esto, nos paramos a entender que no hay persona que mejor sepa cuanto necesita comer que una misma (sin haber sufrido interferencias en nuestros mecanismos de regulación), habremos eludido una gran cantidad de posibles futuros problemas.
Se nos olvida que la naturaleza nos provee de mecanismos para autoregularnos.
Interferir en la regulación del hambre y la saciedad de nuestros hijos, ya sea en la lactancia (materna o artificial), en la alimentación complementaria o más allá, puede traer graves consecuencias.
Tendremos niños que no saben cuando tienen hambre y cuando ya no deben de comer más, que no atienden a las necesidades de su cuerpo y comen en función de “lo que toca” sea o no lo que verdaderamente necesita su cuerpo.
Respetar la demanda de nuestros hijos es vital para su salud alimentaria.
Cuando los estudios dicen que los niños que toman pecho (y cuanto más tiempo mejor y mejores resultados) tienen menos posibilidades de padecer sobrepeso, obesidad y enfermedades relacionadas con el peso y la mala alimentación, no es únicamente por la composición de la leche materna.
La leche materna es mejor que cualquier otra opción, puesto que se fabrica a medida en función de las necesidades específicas de nuestro bebé en dicho momento.
Pero también interfieren otros aspectos, que son trasladables a otro tipo de alimentación (la lactancia artificial y/o en diferido) y más allá de los 6 meses de lactancia exclusiva.
Respetamos sus ritmos y su autoconocimiento.
Estadísticamente está visto que las madres (y padres) que optamos por una lactancia materna (especialmente si ésta es informada y/o prolongada), solemos seguir también una serie de pautas en relación a la crianza de nuestros hijos.
Solemos acogernos a una crianza respetuosa, en la que respetamos los ritmos de nuestros hijos, entre lo cual se incluye la comida. Entendemos que la alimentación en cualquiera de las etapas de vida de nuestros hijos, hasta que lleguen a adultos y más allá, debe ser regulada por ellos.
Siempre supervisados por nosotros, de manera que las consistencias y la seguridad alrededor de ella recaiga en nosotros, pero respetando plenamente cuando nuestros hijos quieran comer más o menos, de tal o cual cosa (siempre que sean opciones saludables). Y si, también al pecho o con el biberón.
Entendiendo que, salvo alguna patología, los seres humanos nacemos con mecanismos que nos permiten regularnos de la mejor manera para preservar nuestra salud y asegurar nuestra supervivencia.
Si crees que tienes poca leche y necesitas aumentar la producción, te recomendamos leer este artículo, y por supuesto acudir a tu grupo de apoyo a la lactancia materna o a tu matrona.
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