Lactancias diversas.  Un frenillo que lo complicaría todo.

Para el post de hoy vamos a empezar a dejar en el blog historias de lactancias, diversas. Las vuestras, las nuestras, historias cotidianas, únicas y similares a las de otras madres.

Para estas primeras historias, para romper el hielo, empezamos con nuestras propias historias y hoy os dejamos la historias de una de nosotras, la historia de la lactancia de Alex y Zora, y también de Edu.

Yo me había preparado.

Esta historia empieza como muchas otras, pero por desgracia, no las suficientes. Muchos meses antes de dar a luz, incluso antes de la famosa O’Sullivan yo ya me estaba formando en lactancia materna. Lo que por entonces conocía, que demostraría ser insuficiente ante los problemas, pero que es un básico para entender la lactancia: Un regalo para toda la vida de Carlos Gonzalez.

Aprendí mucho de la importancia de la lactancia materna, que todas podemos amamantar y que el pecho se da a demanda y sin horarios. Y lo más importante de todo, lo que salvó mi lactancia en todo momento: dar el pecho no debe doler.

El grupo de lactancia y el apoyo de mi pareja, elementos clave.

Otra de las cosas que tanto ayudaron a mi parto y mi lactancia, fue el haber acudido al grupo de apoyo a la lactancia, nuestro Mamateta. Recuerdo ir muy nerviosa, sin saber muy bien que me iba a encontrar embarazada de 30 y muchísimas semanas. Y lo que me encontré fue apoyo, comprensión, tribu y consejos impagables. Salí de allí sabiendo que debía ir al parto sin expectativas, que todo podía pasar, y que las tenía cerca si las necesitaba.

Tener a mi pareja de mi parte, concienciado con el embarazo, el parto, la crianza y la lactancia ha sido clave todo este tiempo para no dejarme vencer por las adversidades.

Pero la lactancia materna no era del todo lo que había esperado.

Fue un gran shock, tras un parto de aquella manera, descubrir lo que era un bebé, y más todavía darme cuenta que la lactancia podía hacerse muy cuesta arriba por muy formada que estuvieras (que en realidad no lo estaba tanto).

Tomas infinitas, dolor no (porque lo atajaba antes) pero molestias muchas, y una lista interminable de cosas que no cuadraban con lo que había leído que debía ser una lactancia materna normal. Sabía que las crisis eran normales, pero nosotros vivíamos en una crisis permanente y con el paso de los días me cuadraba menos la situación.

Fue entonces cuando Carlos Gonzalez empezó a fallarme, igual que muchos otros después, y tan sólo la aplicación de Lactapp y más adelante (cuando por fin me atreví a salir más de 10 minutos de mi casa) el grupo de apoyo fueron de ayuda.

El apoyo a la lactancia en el sistema sanitario.

Ya desde el primer momento descubrí que promoción de lactancia no significaba lo mismo que apoyo y resolución. El sistema sanitario muy adecuadamente nos invita y anima a todas a dar el pecho, pero una vez que salimos por las puertas del paritorio, tras esa primera hora en dilatación se acabó el apoyo a la lactancia. Nos sentimos perdidas y la falta de información y formación del personal sanitario en lactancia materna se hace muy patente desde el primer momento.

Esto es algo que debe mejorar y por lo que tenemos trabajar todos en conjunto, pero no es menos cierto que por ahora es una dificultad añadida para nuestras lactancias. Se hace muy necesario que nosotras nos formemos, porque es posible que el personal en el que confiamos para que nos ayude… sepa menos que nosotras de dar el pecho.

Eso fue lo que me ocurrió a mi. Todo el mundo me corregía, de mala manera y modos, el agarre y nada cambiaba. Yo insistía en que me ayudaran y todo lo que recibía a cambio eran amenazas de biberón.

Mi suerte fue tener el apoyo completo de mi pareja, que también había leído a Carlos Gonzalez, y repetirme constantemente el mantra de que la lactancia no debía doler y que cada vez que llorara al pecho.

Gracias a eso, el pecho sobrecompensó un problema que yo no comprendía, y no perdimos nunca peso (de hecho ganaba de más).

Nadie supo detectar el frenillo lingual corto.

Y es que por mucho que cambiara la manera de formular la pregunta en Lactapp siempre acabara con la frase “posible mal agarre o frenillo lingual corto” y yo no me lo quería creer. De verdad iba a tener esa suerte? Si por lo que yo sabía las dificultades eran infrecuentes en la lactancia (pronto descubrí que esto no era del todo cierto)!

El grupo de apoyo a la lactancia materna fue la clave.

Por fin, tras rendirme con la pediatra que demostraba a cada visita ser una excelente patóloga y pediatra, pero negada para la lactancia materna, y tras pasar ese primer mes traumático, nos animamos a acudir al grupo de apoyo.

Sospechas confirmadas. Frenillo lingual corto. Todo cuadraba.

Recuerdo que salí de aquella primera reunión como si me hubiesen liberado de un peso, a pesar de que lo que me habían dado era una confirmación del diagnóstico y una previsión poco alentadora para los próximos meses.

Pero de alguna manera, ponerle nombre a todo aquello, saber que significaba, estar ya por fin segura de que yo estaba haciendo todo lo que podía, y que había una esperanza de que todo aquello no durara para siempre, fue como una cura para mi.

Nada había cambiado en nuestra situación tras acabar esa reunión, y sin embargo, todo había cambiado. Había conocido más de cerca a la que sería mi tribu, mi paño de lágrimas, mi consultorio a deshoras. Y había puesto nombre y apellidos a todo lo que nos pasaba.

Tras los 3 primeros meses, todo mejoró.

Y como habían dicho en el grupo que podía ser, casi de la noche a la mañana, las tomas se hicieron más cortas, el tiempo entre tomas se alargó, la hiperproducción se reguló, y pudimos empezar a descansar y hacer algo más que dar la teta todo el día.

El frenillo se hizo más elástico, la boca cambió su morfología, ella cambió su manera de mamar, y nuestros días dejaron de ser un calvario. Poder empezar a tener menos tomas diarias, aunque siguieran siendo el doble casi que las de una lactancia normal, ya eran un alivio.

Tener “tan sólo” 5 despertares nocturnos era una bendición, y que las tomas “sólo” duraran media hora, un alivio. A cualquiera que no conozca lo que supone un frenillo les parecerá horrible escuchar esto, y sin lugar a dudas, agradable no fue.

No todo ha sido fácil.

Y es que no sólo el frenillo ha sido un obstáculo duro de llevar, si no que hay otras tantas dificultades habituales por las que casi todas pasamos y de las que aún hay mucho desconocimiento en general.

Las crisis de lactancia han sido unas más sencillas de llevar que otras, se me han hecho más cortas o más largas de lo esperado pero al final, como todo, con información y confianza las he conseguido superar.

Las agitaciones, la sintonización del pezón o la altísima demanda han sido en ocasiones muy complicadas de sobrellevar. No siempre he estado tranquila, no lo he disfrutado todo lo que pensaba que lo haría, muchas veces y demasiadas noches he pensado en destetar…

Pero siempre ha merecido la pena.

Saber que estoy regalando salud a mi hija, que es la mejor opción para ella y que además es una buena opción para mi, merece la pena las dificultades que nos encontramos por el camino.

Esos momentos de conexión, esa mirada cómplice, esas sonrisas… Que ella sepa que siempre que me necesite allí estaré.

Y estar compartiendo esta experiencia con otras grandes mujeres, haber descubierto algo que se me da bien, poder ayudar a las demás y devolver un poquito de todo lo bueno que he recibido, son experiencias muy gratificantes.

La lactancia materna ha sido lo mejor para ella, para mi, para nosotros y para el planeta.

Y que dure lo que tenga que durar.

34 meses y sumando.

5 Comentarios

  • Amalia on 5 noviembre, 2019

    Aiii q idéntificada contigo, a mi tb me diagnostico el frenillo la aplicación Lactapp! La pediatra me dijo q tenía poco frenillo y no me aconsejaba quitarlo xq me seguiría doliendo aunque lo quitara me dijo! El estar informada, pertenecer a grupo de lactancia y sobre todo el querer amamantar pese a todo lo han hecho posible! Le pude intervenir el frenillo cuando tenía dos meses 😔 antes fue muy duro, ahora lo puedo disfrutar… Estoy en ello plenamente mi bebe va a cumplir en breve 4 meses! Un abrazo enorme

  • Marta on 10 mayo, 2020

    Otra por aquí con unas experiencia casi calcada. Le han detectado y quitado un frenillo con 7 semanas, después de al menos 5 pediatras o matronas expertas en lactancia me dijeran que no lo había y después de mucho padecer todo tipo de dolores (grietas, cándida, mastitis subclínico, raynaud) y lo peor de todo, bajo peso del bebé. Por el momento después de una semana aún no he notado mejoría, pero creo que vale la pena intentarlo. La operación fue ambulatoria y en pocos minutos el bebé estaba perfectamente.
    Creo que se deberían mejorar los protocolos en los hospitales para detectar casos complicados como los nuestros y prevenir destetes y sufrimientos. Gracias a los grupos de apoyo he llegado hasta aquí con lactancia mixta y estoy muy agradecida aunque casi ninguno de los consejos que he recibido tanto de los grupos como del personal sanitario me han servido.
    Creo que los profesionales deberían sistemáticamente derivar a las unidades de lactancia en caso de dificultades.

    • Zora Groothuis on 24 octubre, 2020

      Mucho ánimo Marta. Si. Los profesionales deberían tener una cartera de compañeros profesionales y saber cuando algo no es su especialidad.

  • Ana on 11 agosto, 2020

    Hola! Una pregunta, llegaste a intervenir a tu bebé de frenillo? A mi ha sido a los 4.5 meses cuando me han confirmado que mi hija tiene frenillo tipo 3, tras muchas veces decirme los pediatras que no. Y la lactancia para mí ha sido y todavía está siendo durísima. No sé si intervenirla ya que hemos llegado casi a los 5 meses o no. Después de lo duro que ha sido , tener que intervenir, pasar por ejercicios, no sé si podría aguantar otro episodio porque ya no físicamente, es que psicológicamente estoy hecha polvo. Gracias

    • Zora Groothuis on 24 octubre, 2020

      Hola Ana. Disculpa la tardanza. 2020 está siendo… bueno, ya sabes.
      Nosotros no intervenidos, porque en ese momento no era lo que se recomendaba. Ahora, depende del grado y la limitación, por lo que sospecho que en nuestro caso la recomendación sería la misma. No intervenir y seguir observando.
      Siento no haberte podido contestar antes. Veo tus palabras y recuerdo aquellos momentos horribles. Si sirve de algo, hay luz al final del túnel y con o sin intervención, suelen mejorar porque los frenillos se van elastificando con el movimiento.

      Un abrazo

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